Homo vacuus

Homo vacuus es el apelativo con el que quiero ahora denominar a la especie humana (y pido la benevolencia de los que saben latín, pues en mi ignorancia seguro que he puesto una barbaridad).

Mi propuesta es porque la característica fundamental del ser humano no es la inteligencia, ni el entusiasmo, ni el amor sino la vagancia. El no hacer nada si no nos empujan, a no preocuparnos ni de sobrevivir. Nacemos vagos y morimos vagos.

¿Qué os parece?.

Dicho así parece algo provocador ¿no?.

Si estáis de acuerdo no hace falta que leáis esta entrada pero ni no lo estáis, podemos pensar un poquito más.

Personalmente no lo creo. Es más, pienso que ningún niño es vago por naturaleza.

Pero si observamos nuestro sistema educativo y profundizamos en nuestros valores tradicionales, veremos que en el fondo todo se articula en torno a este prejuicio.

El trabajo es un medio para conseguir algo, no un valor en sí mismo. Se puede trabajar por unas metas positivas o por unas negativas (la venganza o el rencor también requieren de trabajo).  De hecho, la inteligencia es el medio del que nos valemos para conseguir el mismo resultado con menos esfuerzo (por eso ráramente coinciden en primaria el niño trabajador con el inteligente).

Pero en el fondo no queremos niños inteligentes, ni siquiera trabajadores… sino obedientes.

Planificamos unas metas, objetivos y  contenidos que no tienen ninguna significación para el niño y luego usamos métodos conductistas (alejados siempre de la naturaleza de lo que queremos que aprendan) para que trabajen… Si no funcionan, o cargamos la culpa en la poca contundencia del método (es que ya no se castiga, se refuerzan otras cosas, etc.) o simplemente, se etiqueta al niño/a de vago/a.

Y si se usan métodos conductistas desde pequeños, es que damos por supuesto que el aprender no está en la naturaleza del niño… Debemos castigar y/o reforzar las conductas para que aprenda. Y por supuesto, lo más precoz posible no sea que acabe siendo un vago, que no aprenda ni lo básico para desenvolverse en esta sociedad. O incluso que sea mala persona (hay que inculcar valores, religión, etc). Y a lo largo de su niñez, ¡no nos relajemos! , que ya sabemos lo de «la naturaleza vaga del ser humano».

¿Veis a dónde quiero llegar?.

Nuestros valores tradicionales se sustentan en la desconfianza en el ser humano. 

Luego de mayores, sí que muchos acaban siendo vagos: O bien porque ya es una marca en su identidad personal o porque han aprendido a posponer lo que realmente les importa en beneficio de unas obligaciones impuestas o autoimpuestas (básicamente, eso se nos enseña desde pequeños).

No pretendo convencer a nadie. Sólo unos momentos de reflexión.

De hecho este artículo no pretende dar soluciones prácticas (de hecho no las da).

Sólamente quiero incidir que un verdadero cambio en el paradigma educativo pasará por una toma de conciencia de lo que hacemos en realidad y del análisis crítico de los valores que la sustentan. De no dar nada por hecho y atrevernos a cuestionar lo que hacemos o pensamos aunque esté detrás cientos de años de tradición.

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